jueves, 22 de diciembre de 2016

La Vida en un Joven Planeta | Andrew Knoll

Algunas reflexiones del texto de Andrew Knoll – “La vida en un joven planeta”.

Por: Ismael Acosta

El autor intenta incentivar, mediante una crítica “rezongona” a la especie humana por la huella negativa que está plasmando en el presente de la Tierra. Los humanos, como único organismo (¿siempre?) consciente de sus actos y consecuencias, tenemos el poder y el deber de formar un mejor planeta, no solo para nuestra propia especie, sino para el resto de la diversidad biológica. Esto último me generó cierto revuelo acerca de la naturaleza de nuestra consciencia. Desde Monod, el azar es un factor cada vez más relevante en biología y podría estar ligado al surgimiento de la consciencia. ¿Es acaso propiedad intrínseca de la naturaleza azarosa de la vida generar seres conscientes capaces de sobreprotegerla y mantenerla diversa? O por el contrario, ¿es “egoísta” – como planteaba Dawkins – y solo busca alguna de las escapatorias posibles (la del hombre) en contra del inevitable fin termodinámico de las complejidades? Desde el punto de vista ético - esa rama del pensamiento humano que rechina frene ciertas situaciones, que parecen ir en contra del propio instinto que ha perdurado millones de años y que olvidamos únicamente para poder pertenecer a un selecto grupo de coespecíficos - la cuestión se vuelve más turbia aún. ¿Es acaso menos ético extinguir ciertas especies a costa de supervivencia humana desmedida, que inhibir la misma por un lapso de tiempo suficiente para disminuir los ritmos de consumo? Aquí el papel del científico es fundamental, y más aún el del versado en ciencias biológicas. La ciencia, y en particular la biología, es una carrera forjadora de carácter y mentalidad descentralizada del antropocentrismo implícito en las sociedades modernas: donde el médico ve una enfermedad parasitaria, el biólogo se asombra con las estrategias oportunas e ingeniosamente creadas del parásito para sobrevivir en su huésped. ¿Será esta mentalidad la que está destinada a sobrellevar la enorme tarea de evitar la catástrofe de diversidad biológica inminente? Por otra parte, ¿cuál es el germen que infecta a las sociedades y la ciega frente a los problemas que afronta la vida? ¿Es el régimen político-socio-económico capitalista? Marx ya se adelantaba predicando sobre un Homo novo capaz de convivir en “armonía socialista” con sus pares y su entorno, aunque parece un tanto utópico. No obstante, hoy en día la ciencia sufre de un falso concepto de democracia donde cualquier idea – por más irracional que sea – es igualmente válida y debería ser tomada en consideración de la misma forma que lo es una teoría científica fundamentada con razonamiento lógico y experimentación. Y así es como han sobrevivido, incluso en el siglo XXI, las diferentes religiones e ideologías fundamentalistas; gérmenes sociales que infectan multitudes y las privan de lógica y razón. La vida en la Tierra es la única que conocemos hasta el momento y pasará mucho tiempo hasta que podamos conquistar otros mundos, hasta entonces (y siempre), resta tomar la responsabilidad de cuidar de ella y asombrarnos de su diversidad.


Palabras: 481.