viernes, 18 de agosto de 2017

Reseña | El Juego de Ender


Muchas veces es necesario escuchar todas las visiones sobre un tema particular antes de poder dar una opinión, antes de poder optar - en el mejor de los casos - por alguna idea compartida por otro(s) cerebro(s). Es muy normal de cualquier ser humano adoptar las ideas de otros como propias y colectivizar así un conjunto de valores, que a la larga llamamos moralidad.


Hace ya 3 años que estoy en el Club de Lectura de la Casa INJU, pero esta es mi primera reseña de un libro que se votó como libro del mes bajo la temática niños protagonistas. El libro en cuestión es nada más y nada menos que El Juego de Ender escrito por Orson Scott Card en 1985. El protagonista de esta historia es un niño llamado Andrew Ender Wiggin que es llevado a una estación de combate en el espacio orbital cercano a la Tierra para ser entrenado en estrategia y liderazgo y así librar a la humanidad de una especie conocida como los insectores. Ender, desde luego, es superdotado y es el 3er hijo de una familia de superdotados en un mundo donde es limitada la cantidad de hijos que se puede tener debido a la escasez de recursos.

En 2014, salió la adaptación cinematográfica de esta historia. A decir verdad, en mi opinión, no le hace justicia a la historia - un 6.5/10 en mi opinión - pero sí se destaca en sus buenos efectos especiales (quitando el diseño de los insectores); y en contar con un elenco de bastante renombre (Harrison Ford como el coronel Hyrum Graff, Viola Davis la mayor Gwen Anderson, Ben Kinglsey como Mazer Rackham, entre otros). Personalmente, recomiendo iniciar con el libro y luego, en el mejor de los casos, pasar a la película.

La idea de esta reseña no es spoilear al lector/a así que a partir de ahora hablaré los temas generales que se hablaron en la reunión del Club de Lectura que el lector/a podría encontrar interesante. Si uno busca en Google algún análisis de la obra en detalle encontrará, en mi opinión, poco material, por lo que esta reseña intenta ser un pequeño aporte sobre lo que puede llegar a dar que hablar esta obra...si es que el lector está dispuesto a leerla. 

¿Qué tan lejos estamos de la realidad de Ender?

Lo hermoso del género de ciencia ficción es el hecho de poder transmitir ideas muy profundas y complejas en una historia mezclada de ciencia y fantasía. Hace poco leí una frase que decía: "la ciencia ficción no se trata de naves espaciales que se tiran láseres entre sí, sino de ideas profundas y perturbadoras entabladas en contextos donde la ciencia y la fantasía se unen en un todo". Me gustaría poder darle crédito al autor de esta frase pero es de esas cosas que uno lee por ahí y se olvida, pero luego vuelven a la mente como si fueran evocadas en el momento justo. 

La sociedad de Ender es un mundo superpoblado, que está en guerra con los insectores y que cuenta con la suficiente tecnología como para conquistar nuevos planetas y viajar por el espacio-tiempo sin envejecer. En esencia, narra un futuro bastante cliché en la ciencia ficción actual (pero no tan cliché para la época en que fue escrito). 

Thomas Malthus (1766-1834)
El hecho de que la Tierra esté colapsada de humanos es un tópico que podría remontarse al propio Charles Darwin, quien se inspiró en los trabajos de Thomas Malthus sobre crecimiento poblacional para desarrollar su teoría de la descendencia con modificación (mejor conocida como Teoría de la Evolución, aunque Darwin no le gustaba la palabra "evolución" en absoluto). La idea es sencilla: por un lado, los recursos en la Tierra están limitados, en esencia porque la Tierra es finita y por ende, su masa es finita, por lo que alberga una cantidad (finita) de materiales (agua, gas, metales, madera, etc.); y por otro lado, la gente se sigue reproduciendo, hay una buena esperanza de vida y una boca más que alimentar en el mundo es un problema bastante grande para los gobiernos a la hora de abastecer a su población. Malthus estimaba que la población mundial crecía exponencialmente, no obstante, estimaciones actuales aseguran que la población mundial crece de forma exponencial-exponencial (o sea, una función exponencial elevada a una exponencial).  Hoy por hoy, hay países que sufren este tipo de problemas, desgraciadamente, pero también hay países que no. No mi intención hablar de estos problemas pero sirve de hincapié para decir que sí...una Tierra superpoblada de humanos donde haya que pedir permiso para tener hijos no es nada descabellado de pensar de aquí a un par de décadas, en especial porque países como China ya están implementando al respecto en determinadas regiones del país. 

En cuanto a la tecnología de viajar por el espacio-tiempo, quizás aquí haya que darle más contrato a la historia de Scott Card. Actualmente, nuestra sociedad está lejos de poder realizar viajes a la velocidad de la luz...ni siquiera cerca de ésta (la velocidad de la luz es de 300.000 km/s). No obstante, lo que sí quizás pueda realizarse son viajes por largos períodos de tiempo pero con humanos congelados (proceso conocido como criogénesis) permitiendo conservarnos intactos durante largos períodos sin necesidad alguna de envejecer. En esencia, el congelamiento de nuestro cuerpo enllentece nuestro metabolismo (no lo detiene, por simple termodinámica), que a su vez, paradójicamente, es la fuente de nuestro envejecimiento. ¿Cuánto tiempo puede permanecer un humano congelado? No se ha probado. ¿Qué tal lejos podemos llegar con la tecnología que tenemos? Estamos a 4 años luz de la estrella más cercana (Próxima Centauri) y si la luz tarde 4 años en llegar hasta allí, probablemente nos tome bastante más (¿cuánto más? ¿100 años? ¿200 años?). Para que el lector tenga una noción, las misiones a Marte tripuladas tienen pensado llegar al planeta rojo en 3-4 años por lo que en este caso una persona podría ir "despierta". Los confines de nuestro Sistema Solar podrían llegar a ser alcanzables sin necesidad del congelamiento, al menos para los planetas rocosos y algunos cuerpos menores (Mercurio, Venus, Marte y el cinturón de asteroides). Si pensamos más allá de nuestra estrella (el Sol) debemos pensar en métodos de preservación de material biológico al menos para aguantar unos 100 años. 
Por otra parte, si permitiéramos la idea de que el Hombre (con H mayúscula porque hablo del Homo sapiens y no del género masculino) pudiera controlar el tiempo debemos tener en cuenta que la mera noción de éste no es más que una construcción humana. El Sistema Internacional de Unidades definió el segundo como la duración de 9.192.631.770 oscilaciones de la radiación emitida entre los niveles hiperfinos del estado fundamental del isótopo 133 del átomo de cesio (133Cs) a 0 K (grados Kelvin). En criollo, es el tiempo que duran 10.000 millones de ondas en pasar por un censor de radiación a 0 K, o sea, el cero absoluto, de un átomo de cesio radioactivo. (Un paréntesis, la temperatura 0 K es un límite teórico, no se puede alcanzar esa temperatura en un laboratorio, ni siquiera en el espacio exterior mismo, el propio vacío tiene más temperatura, entonces cabe preguntarse: ¿por qué carajos se usa el 0 K? Nuevamente, es algo que se toma por convención, pero ¡vaya convención!) En realidad, la noción de segundo es mucho más antigua, el tema es que antes era algo más intuitivo, como la 60va parte de un minuto que equivale a una cierta cantidad de grados que se movió la sombra de un reloj solar o la cantidad de arena o agua que atravesó un compartimento. En definitiva, necesitaban una medida más objetiva y precisa, por lo que se tomó el fenómeno natural más parecido a aquella noción intuitiva que se tenía del segundo, aunque realmente pareciera que un montón de científicos se decidieron en poner la más engorrosa definición del Universo sólo por molestar. Según la Teoría de la Relatividad de Einstein, mayor masa implica más energía, pero también más gravedad y la gravedad, entendida dentro de esta teoría, es como una red de una telaraña que se curva según la masa del objeto que se pose en ella. Un objeto que viaje a una velocidad cercana a la de la luz comenzará a experimentar efectos de túnel a su alrededor distorsionando el espacio-tiempo (más velocidad implica más energía, más energía implica más masa, más masa implica más gravedad, más gravedad implica más curvatura en el espacio). Si el espacio se curva el tiempo debe compensar la curvatura enllenteciéndose, ya que ambos son un todo por lo que a mayor velocidad más lento pasa el tiempo.


El Juego de Ender promete más tópicos de ciencia ficción pura y dura que los que ya he mencionado. Si asumimos que el planeta insectoide pasó por los mismos mecanismos de evolución darwiniana por los que pasó la Tierra, no me extrañaría en absoluto que los insectores hayan llegado a desarrollar una sociedad tecnológicamente avanzada y sean capaces de comunicarse sofisticadamente. Aquí en la Tierra, sociedades realmente complejas de hormigas, termitas, abejas y avispas (todos pertenecientes al Orden Himenóptera dentro de la Clase Insecta) sorprenden día a día no sólo entomólogos (biólogos que estudian insectos) sino a economistas, sociólogos e incluso matemáticos. Los intrincados mecanismos de una sociedad de insectos altamente avanzada podrían llegar a se comprendidos con la ciencia actual. Quizás no seamos capaces de predecir sociedades con naves espaciales piloteadas por hormigas gigantes pero la complejidad en su organización sin duda puede ser entendida por los humanos. ¿Pero si encontráramos una especie alienígena del mismo estilo de los insectores hoy en día, la exterminaríamos? Astrobiólogos como Carl Sagan dirían que deberíamos aprender de ellos y ellos de nosotros y forjar nuestro camino hacia las estrellas, pero incluso acontecimientos como estos son difíciles de predecir y de anticipar por lo que cualquier idea sería mera especulación. 

¿Una obra artística puede apreciarse por fuera de la psique de su autor?

Una de las ventajas de poder ser parte del Club de Lectura de la Casa INJU es tener el privilegio de interactuar con escritores frente a frente y preguntar cómo se sienten y cómo toman el impacto que tuvo su libro, su creación, con la sociedad. Una de las frases que he rescatado de aquellos encuentros y que me ha quedado grabada en la memoria fue la siguiente: "una vez que tu libro se enfrenta a la sociedad, cobra vida propia, adquiere una personalidad propia independiente de la de su autor". No podría estar más de acuerdo con esta frase, y yéndome un poco por las ramas, me atrevo a decir que esta frase es aplicable a cualquier creación humana, ya sea artística (una canción, un poema, una escultura), científica (un artículo o como se dice en la jerga científica un paper), y por qué no sobre nosotros mismos como creación de otros humanos (nuestros padres). Tarde o temprano nos desligamos de ellos, al menos en determinados aspectos, y adquirimos nuestra propia independencia y personalidad. Eso sí, muy probablemente, cualquier creación esconda detrás aspectos de su creador que éste le impregnó - a propósito o no - y que el lector puede o no detectar. 

Personalmente, prefiero juzgar una obra literaria (y cualquier otra obra artística y no artística en general) por su estética intrínseca y lo que ésta desliga sin conocer el autor previamente. No obstante, si es el autor el que me llama la atención y es éste quien me seduce e invita a la lectura de sus obras, probablemente esté influenciado por la psicología e historia de vida de su creador. Conocer la vida del autor puede ser en algunos casos un antes y un después en la visión de una obra (o de un conjunto de estas) al punto de no volver a elegir libros de dicho autor o al contrario, volverse un fanático. Esto ocurre con Soctt Card. Su personalidad produce en la mayoría de las personas del siglo XXI (yo inclusive) un desagrado debido a sus inclinaciones - bastante pronunciadas - hacia la misoginia, la homofobia y el racismo. No obstante, su obra induce tolerancia hacia lo que es diferente a uno y nos hace reflexionar sobre los temas que él apoya pero desde un punto de vista totalmente opuesto. En la reunión se mencionó a Tolkien (El Señor de los Anillos) como un autor de enorme trayectoria y reconocimiento mundial que poseía valores morales hoy catalogados de intolerantes, más me sumo a la idea de que el contexto histórico en el que fue criado e influenciado lo hizo pensar de esa forma y por eso puede ser excusado por la comunidad (aunque no del todo). Por el contrario, Scott Card está vivo hoy en día y financia organizaciones en contra de la homosexualidad por lo que, en un mundo donde él mismo podría optar por la tolerancia elige la intolerancia y no admite el mismo tipo de perdón que se le da a Tolkien. 

Por otra parte, la vida de un autor puede ser totalmente indiferente al lector/a y ésta no influir en la decisión de elegir un libro o de re-juzgar un libro ya leído. Una mirada un tanto más analítica podría incluso sugerir simplemente nociones sobre cómo el autor pudo escribir tal o cual cosa. Conocer el contexto histórico, las inspiraciones, la historia de vida del autor puede ayudar a comprender el genio de la persona e incluso apreciar (o despreciar) mejor su arte. En mi opinión, prefiero este método. Pocas son las veces en las que me he topado con un libro que haya sido escrito por alguien cuyos valores morales no comparto e influencie mi opinión sobre una obra literaria luego de su lectura. El Juego de Ender tiene vida propia y conocer la historia de Scott Card puede empeorar su visión de la obra, más, en lo que a mi concierne, la obra por sí sola tiene sus creces (aunque no sé si para ganar un premio Nébula)

La Creación de Adán 
Fresco de la Capilla Sixtina pintado por Miguel Ánguel en 1511. 
En lo personal, la influencia de un autor puede ser vital, más no siempre. Cegar la visión artística por el simple hecho de que el autor tiene valores morales diferentes quizás sea un poco intolerante. ¿Acaso por el hecho de ser ateo voy a negar que Miguel Ángel pintó hermosamente la Bóveda de la Capilla Sixtina? ¿Acaso cualquier persona puede reconocer el genio de Albert Einstein a pesar de que haya sido mujeriego? La cuestión puede remontarse a los pilares mismos que definen el arte y la estética, pero aquí sólo nos centraremos en la influencia del autor una vez reconocido el arte (y no tanto el reconocimiento del arte una vez conocido el autor). Negarse a apreciar obras maestras de personas diametralmente opuestas a nuestros pensamientos es volverse intolerante a la intolerancia; es perderse la oportunidad de encontrar belleza, entretenimiento, placer, inspiración y conocimiento en el mundo que nos rodea. 


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